En la recta final hacia las elecciones no hay que escatimar militancia. Esto se gana ¡voto a voto! Hay que preguntar y encarar: ¿a quién vas a votar? ¿a quién vas a votar?
Vas al quiosco: dame dos chupetines, dos cigarrillos… y ¿a quién vas a votar, vos?
Hay que llamar a esos parientes a los que hace 30 años que no ves: ¡Hola tía, cómo andás… soy Emanuel… sí, sí… terminé el jardincito, sí… disculpame que no te avisé. Che, tía ¿a quién vas a votar?
Hay que dejarlo todo, compañeros. Nos subimos al taxi, hay que militar al tachero. Pero ojo: no hay que hablarle de manera directa, porque la confrontación ya no va más. Hay que montar una escena y bajarle línea subliminalmente al loco sobre los riesgos de votar a Cambiemos. Nos subimos de a tres al taxi. Uno de los tres asume el compromiso histórico de simular que va a votar a Macri. Se sienta y empieza: “no vuelven más, no vuelven más, no vuelven más, no vuelven más”... Los otros dos intentan detenerlo: “pero… ¿no te das cuenta de que si Cristina no vuelve sigue la transferencia de fondos desde los sectores más pobres a los sectores más ricos? ¿vos te creés que si no vuelve Cristina… alguien va a tomar un puto taxi?