Elizabeth Short tenía 22 años y un solo deseo: convertirse una estrella. Fascinada con las películas y el glamour, luchaba por formar parte de un Hollywood que vivía sus años dorados. Y lamentablemente lo logró. Se convirtió en el cadáver más famoso del siglo XX.
El invierno se hacía sentir aquella mañana del 15 de enero de 1947 cuando una mujer creyó haber encontrado un maniquí desarmado. Pero no era una muñeca de plástico sacada de una vidriera. Era el cuerpo de Beth, como la llamaba su familia. Un cuerpo que había sido cortado por la mitad a la perfección. Que no tenía una gota de sangre. Que estaba dispuesto de una manera inusualmente macabra.
En su bello rostro habían grabado una eterna sonrisa.
Nacía el mito. “La Dalia Negra”
El caso dejó al descubierto el costado más oscuro de la sociedad norteamericana de posguerra. Fascinó a la prensa amarilla, reveló un sistema de corrupción del que nadie quedaba exento y generó un morbo pocas veces visto. Una historia de belleza, fama, ambición y muerte.