"Después de conocerlos por sus periódicos entre en relación con anarquistas, hablaban del anarquismo con tal unción,... había en sus palabras tanto amor y tanta generosidad para los hombres y para las cosas, era tan amable para disculpar los errores ajenos y tan severos para los propios que sin más averiguaciones adquirí la convicción de que un ideal que elevaba así a los hombres era el ideal de la perfección humana (...) En mi formación mental dos cosas me interesaban: nos hacer daño a los demás y, en cambio, procurarles todo el bien que pueda. ¿Es esto espíritu cristiano? No lo sé pero cuando un enemigo que largo tiempo me injuriaba estuvo en grave necesidad me puse inmediatamente al servicio de aquel hombre"
Pestaña A. Lo que aprendí en la vida 51