En el gimnasio llevo un tiempo observando a aquellos que concentrados, siguen sus rutinas en papel o en el móvil sin prestar atención a más nada.
A los que no paran de mirarse en el espejo. Confieso que fue error mío pensar de ellos que sólo admiraban su musculatura, también vigilaban la correcta ejecución de los ejercicios.
A los que sin dejar sus rutinas no paran de mirar al resto, como si todo les llamara la atención.
Los que van acompañados y se ayudan o compiten al hacer sus series, a veces hablando y a veces hablando mucho como en la barra de un bar.
Y luego está el “cuñao”...
