En las sociedades occidentales la vida se orienta a tener o hacer más que a ser o estar, a la eficiencia más que al esfuerzo, a lo material frente lo espiritual, a la belleza versus la fealdad, y a los resultados en vez del proceso; prima la inmediatez, la rapidez, en vez de la serenidad o la reflexión; también se favorece el consumo y el despilfarro frente a la parquedad o la moderación, y en todos estos ítems los ancianos salen mal parados. Se ha dicho que todos esperamos llegar a viejos, pero nos da miedo la vejez. Al anciano se le pueden adscribir rasgos como: experiencia, sabiduría, responsabilidad, reflexión o disponibilidad tanto de tiempo como de posibilidades, también paciencia y generosidad; de hecho, nos abrió el camino, le debemos mucho de lo que tenemos y nos lo dio todo. En occidente en el que se devalúa al viejo, los partidos políticos y la sociedad en general le excluyen, no siendo así en otras culturas donde el anciano tiene un papel fundamental en la sociedad. Son muchas los ejemplos que completaron su obra y fueron famosos siendo viejos. Hoy en el divino desván queremos hacer un homenaje a nuestros viejos, queremos alzar su dignidad a lo más alto y exponer el valor de los ancianos en nuestras vidas…