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Me había convertido en una maquinita del quererte
Así los amados paseos por las hermosuras tormesinas
Tuvieron la charlada compañía de tu acento ajeno;
En los piadosos intermedios que le daba a mi fatiga:

¡Saqué fotografías a tantas cofradías de rosales!
Y cada rosa abierta tenía las seis letras de tu nombre
Entonces descubrí que la belleza dejó de ser efímera
si quien la aprecia aún la mantiene en sus memorias

¡Ni siquiera el tiempo borra las sinfonías inconclusas!
El me manques hermanaba nuestras células del alma
¡He conocido tantas calles inspirándome en tus faltas!
En las terrazas medité en ti y en tu compañía inquieta

Entretanto los agradables soles reiterados allí arriba
bendijeron Salamanca con un termostato compasivo
de acuerdo a las férreas estaciones del año que cursaba
Me había convertido en la noble maquinita del quererte.

Taquigrafiaba aes e íes con la sinergia pertinente
de tu cariño telepático; Desgarré mis consonantes
cuando el idioma que hablaron mis ancestros fue evocado;
Aprovechando la oportunidad de ti que Dios me daba

¡Me he ido convirtiendo en una tierna maquinita de quererte!
Y esta vida tonta se compuso nuevamente con azares predecibles:
Fue el esfuerzo del trabajo legañosa lavandina que borraba
brevemente la tinta mímica de tus cándidas miradas

Originalmente importadas desde un país del Reino Unido:
me había convertido en una amorosa maquinita de quererte;
Y la Misión llamada Soledades excomulgó absolutamente
Cualesquiera fueran sus principios con el fin de hacerte espacio

Pues no cupieron en sus Biblias las escrituras de aquel inmenso amarte.
Mas cuando el amarte fue aceptado en las bibliotecas de mi alma
-Para hacer de mi desierto una Alejandreta de tus voces excelentes-:
Fue que Dios me ha convertido en una secreta maquinita del quererte.

Damián Nicolás López Dallara