Lolalandia y sus bitácoras se cerraron cuando aquella madrugada
Se estrelló en el calendario del curioso año que cursaba
Apenado regresé yo a mi ciudad: mágicamente todo estaba
En el mismo sitio que lo había abandonado una mañana
En tierras pasadas mantuve yo guardados los tesoros
de otra vida, robados en otros horizontes más mundanos;
Abrí la puerta de mi casa: las callejuelas de Esperanza
En el cristal de la ventana continuaban impregnadas
Sonaban como siempre las canciones que mi padre tarareaba,
Vi otra vez los amuletos que en la cómoda de pino reposaban.
Y la taciturna madrugada… no se desdibujó de la ventana.
Sentí agradecimiento de poder pisar de nuevo el suelo
Y ver las cosas que en un tiempo felicidad a mí me daban:
todo aquello yo lo había abandonado cuando en busca de aventuras
partí un día para tierras lolaleanas: me fui de aquí aquella mañana
pensando que hallaría oro y riqueza en cualquier parte que habitara
Y aunque a veces lo encontraba: joyas, platas y coronas
No duraron mucho tiempo en mi petate de Esperanza
¡Malditas estuvieron las tórridas ganancias que juntaba!
Cuando en el pasado visité aquella ciudad y aquellas playas.
12 de junio de 2013
Damián Nicolás López Dallara