A principios del siglo XX se dieron unos cambios sociales a causa de la industrialización y a las inquietudes culturales y políticas. Un grupo de mujeres olvidadas por la historia, con una presencia real y fuerte en la construcción de una sociedad nueva. Rompieron estereotipos, consiguieron capacitación y reconocimiento intelectual. También lucharon por su independencia económica y laboral. Trajeron el espiritismo que se practicaba en Europa, como confrontación al sistema, forma de espiritualidad radical contra el orden social de la iglesia católica y hacia el libre pensamiento. El contenido espiritista representa lo anticlerical, que a su vez representa el poder, en oposición a un tipo de religión alejada de los vínculos humanos. Según las espiritistas, la religión cercana no necesita de intermediarios ni jerarquías. La religión católica oprime a la mujer y la excluye y discrimina, legitimando el padecimiento: Se trata de poder, disciplina, castigo. Por todo ello reaccionan esas mujeres. No prospera el ateísmo, sino que hablan de universos metafísicos, como pasa en la masonería, donde hay un lenguaje aprendido de manera masiva (miedos, deseos y esperanzas). Se basa en elementos científicos: astrofísica, psicología. El espiritismo es más secular y laico y como se ha dicho, no tiene jerarquía, salvo la obediencia por una cuestión de carisma. No tiene el fanatismo ni el integrismo que condiciona a la mujer en un mensaje misógino de la iglesia católica. El espiritismo es igualitario.