Me pregunto constantemente cómo debe ser la vida de una persona. Y con esto no me refiero, por supuesto, a ninguna cuestión moral, sino al hecho de que al ser nuestras vidas tan cortas, debamos ser el mismo sujeto siempre. A propósito de esto, el narrador de la obra de Oscar Wilde, «Dorian Gray» nos dice acerca de este: "…solía asombrarse de la psicología superficial de aquellos que conciben el yo como una cosa simple, permanente, digna de confianza y con una sola esencia. Para él, el hombre era un ser con miríadas de vidas y miríadas de sensaciones, una criatura compleja y multiforme que llevaba en sí extrañas herencias de pensamientos y de pasiones, y cuya misma carne estaba infectada por las monstruosas enfermedades de la muerte". Este carismático personaje es el reflejo de un pequeño sector de la sociedad del S. XIX en Europa. Y digo pequeño sector no necesariamente porque Dorian Gray sea un aristócrata, sino por la complejidad de su esencia. Este personaje, como ya sabemos, posee una belleza extraordinaria y es esa belleza la que lo lleva a ser adorado por todos los que lo rodean.
Cápsula producida por Radio Universidad. Radio UAA. 94.5 FM
