Después de haber leído todas las etiquetas que lleva el libro impresas en cada centímetro cuadrado libre del lomo, contra tapa, tapa y contraportada, "Los libros de Asa Larsson son pequeños milagros", empiezo a preguntarme si me he vuelto tonto de repente, demasiado exigente, o es que la industria editorial, con tal de aprovechar una veta, son capaces de decir cualquier barbaridad para vender un libro.