LUNA
Maria Cañibano
Cae la luna, tras de si,
aplastando,
a su paso, arrancando
de tus sueños, el añorado suelo
por el que susurraban al viento.
Cae a plomo colándose
su hermosura, entre la comisura
de tus maltrechos y agrietados dedos
Sofocando los sollozos
entre los que se ahoga tu cuerpo
Tímidamente, aflora el olvido,
por pares se cuentan los muertos,
deseosos de verse reflejados
una vez más, en sus rostros.
Una vez más,
entre los escombros de lo eterno.
Luce la luna esquiva,
arrullando entre sus brazos
la ternura del recuerdo,
la agonia de lo pasajero
el principio y el futuro sin retorno
Cae la luna
Caen a la vez, los lamentos.
Avanza olvidadizo el rencor
barriendo entre sus manadas
la tristeza de sus restos.
Oscurece algún sol,
un nuevo día,
un nuevo guía,
un nuevo y encajado tormento
Nacido con alevosía
Impregnado de esencia viva
Convencido del fin de trayecto.
Cae la luna, implacable
Abordando un espejismo
Asimilando otro abismo
Añorando el cuento de aquel rayo
capaz de transformar,
de fundir, de fusionar,
la dulce y cultivada fantasía
en estática y pura realidad