Una de las mejores decisiones en mi camino del minimalismo ha sido la de reducir la cantidad de prendas que tengo. Esto no quiere decir en absoluto que ahora me vista toda una semana con el mismo pantalón y la misma camisa o que utilice solamente dos colores en mis prendas. Quiero decir, simplemente, que me deshice de aquello que no me gustaba, que ya no servía, o de lo que no quería desprenderme.
Me di cuenta de que tenía muchísima ropa pero que no utilizaba ni la mitad de lo que tenía, por tres razones:
Porque guardabas las prendas deterioradas para usarlas solo en casa o por si necesitaba hacer un trabajo manual.
Porque se trataba de ropa que no me ponía porque no me sentía bien, no era de mi gusto o de mi estilo.
Porque la prenda era demasiado formal o demasiado informal para las situaciones en las que me desenvolvía.
Al ser consciente de esas tres razones, la purga constante de ropa se volvió muy fácil de hacer. Puedes escuchar el cómo y los beneficios en el audio del podcast.