Al meditar sobre la Eucaristía experimentamos el amor que Cristo nos tiene a nosotros y
a todos los demás. En la profundidad de la oración, el amor de Cristo por quienes sufren nos mueve y sensibiliza tanto quelas palabras de san Agustín se hacen para nosotros una realidad: “El dolor de una persona, incluso del miembro más pequeño, es el dolor de todos” (Sermo Denis). Le damos gracias a Gabriela Lopez por esta reflexion.