En enero de este año, Amanda González Pape, una joven chileno-sueca de 28 años, murió en el Estado Islámico (EI) durante de un ataque con granadas ejecutado por las Fuerzas Democráticas Sirias. Llevaba nueve años enlistada en el EI y dejó siete hijos, rescatados hace poco por su abuelo chileno. Aquí, su familia, sus profesores y su madre, que también formó parte del grupo extremista, reconstruyen su historia.