"No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé" (Juan 15:16).
Dos veces en este pasaje (v. 7 y 16) Jesús promete que Dios nos dará todo lo que pidiéramos. Pero tenemos que recordar el context. El Padre es el labrador limpiando los pámpanos para que produzcan fruto que permanece. En el contexto Jesús nos dice que podemos pedir fruto. Cristo está en nosotros para producir su fruto, el Padre sigue obrando con nosotros para que produzcamos fruto, y nosotros debemos seguir orando para que haya fruto que permanezca. De esta forma cooperamos sin restar el mérito que es de Dios. Si vemos fruto en nuestras vidas no es gloria nuestra sino es que Dios ha contestado nuestra petición y Cristo se está manifestando en nuestra vida.
Oremos hoy que Dios produzca su fruto en nosotros y que permanezca. Pide que el Amor de Dios se manifieste en ti (ver Juan 15), que Dios produzca su sabiduría, que haya gozo en tu vida. "Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho." (Juan 15:7)