"Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas." (Santiago 1:21)
La Palabra según Jacobo aquí es como medicina; su función es ir sanando nuestra alma. Es la herramienta que el Espíritu usa para conformar a la imagen de Cristo los que hemos puesto nuestra fe en Él. Pero toda la inmundicia y la abundancia de malicia que nos rodean son contrarias a esta medicina. Si nuestra vida está llena de inmundicia y malicia, la medicina de la Palabra funciona más lentamente. Por eso nos anima aquí a desechar, la misma palabra que encontramos en Hebreos 12:1 cuando habla del corredor que quita todo peso que estorba para correr. Igualmente la inmundicia y la malicia del mundo estorban nuestra carrera.
Limpiémonos hoy para que Dios siga haciendo su obra en nosotros. (db)