"Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado." (Mateo 2:3)
Así predicaba Juan en el desierto y así predicaba Jesús también. Nuestro camino hacia Dios siempre empieza en el mismo sitio: el arrepentimiento. El arrepentimiento bíblico es mucho más que sentir remordimiento por el pecado. Es reconocer nuestro pecado por lo que es, una ofensa que nos separa de la comunión con Dios y ver nuestra incapacidad de ganar favor con Dios por nuestra propia cuenta. La verdad es que nos es imposible acercarnos a Dios hasta que nos veamos tal como somos. Mientras nos vemos medio dignos de una relación con Dios, estamos lejísimos de Él. Este realismo continúa una vez que estamos en Cristo. Andar en comunión con Dios es todavía vernos como Dios nos ve. Es sentir nuestra necesidad de misericordia y alabar a Dios por su abundante gracia.
Que vivamos hoy con esta visión de nosotros mismos y así de esta forma acercarnos más al reino de Dios. (db)