"Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero." (Hechos 8:20)
Simón creía que podía comprar el poder de Dios con dinero. Imaginaba que como casi todo en este mundo, Dios también tenía un precio. Pero la contestación de Pedro no deja lugar a duda: Tu dinero perezca contigo. Lo que me llama la atención es la contestación de Simón. Lo único que tendría que haber hecho es arrepentirse, reconocer su pecado y huir a Cristo. Pero en vez de arrepentirse, dice, ""Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí"" (24). Sólo estaba pensando en evitar las consecuencias de su pecado en vez de pedir perdón.
Tengamos cuidado de no cometer el mismo error. Cuando tropecemos, debemos ser prontos a arrepentirnos para encontrar perdón. No seamos necios como Simón que simplemente buscaba escaparse de las consecuencias. (db)