"Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme." (Mateo 19:21)
En este relato de los evangelios, conocemos a un joven que vino a Jesús con un problema interesante. La verdad es que se creía buena persona. En toda sinceridad, le cuenta a Jesús que había cumplido toda la segunda tabla de la ley. Pero su problema era que por muy bueno que fuera, notaba todavía que le faltaba algo. Hacía un esfuerzo sincero de obedecer los mandamientos de Dios, pero su corazón le condenaba. Así que le pregunta al Maestro: ¿qué más tengo que hacer? Jesús en compasión le habla de lo que le falta para ser perfecto o completo. Jesús ve el pecado de si corazón y lo revela tiernamente. Este joven había guardado muchos mandamientos, pero sus posesiones habían apoderado de su corazón. Lo que necesitaba no era más obediencia sino único que puede transformar el corazón: el que vino a este mundo a morir en lugar de pecadores para transformarlos en hijos de Dios. Tristemente, este joven no era capaz de seguir a Cristo porque tanto amaba sus posesiones.
El que desea acercarse a Cristo hoy debe saber que Cristo todavía quiere su todo. Si intentamos relegarle solo una parte de nuestra vida, tendremos la sensación de que nos falta algo, de que algo no funciona bien. Pero si está en el centro de nuestro todo, gozaremos de una comunión que es solo el comienzo de una eternidad. (db)