«Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.» (1 Samuel 3:19)
El nacimiento de Samuel era un regalo milagroso para su madre que no había podido tener hijos. Ella en fe lo puso en oración y Dios le contestó con el niño Samuel. Por lo tanto, le dedicó al Señor, entregándole al sumo sacerdote para que él criara al niño en el mismo contexto del tabernáculo. Si la madre de Samuel hubiera sabido todo sobre cómo era los hijos de Elí, me pregunto si habría dejado a su niño bajo su tutela. No obstante por encima del conocimiento de la madre de Samuel encontramos la presencia de Dios: Jehová estaba con Samuel. La gracia de Dios era suficiente para que el joven Samuel no cayese en los pecados de los hijos de Elí. Esa misma gracia vemos en José que, abandonado por sus hermanos y difamado por la esposa de su jefe, no terminó amargado y deprimido.
Y esa misma gracia está disponible para nosotros hoy. ¿Qué situación hay en tu vida hoy que te preocupa y te molesta? Entrégala a Dios y deja que su gracia ministre paz en tu corazón. Aunque no sepamos todos los detalles de la situación, podemos confiar que Dios estará con nosotros de la misma forma que estuvo con Samuel. (David Bell)