«Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.» (Filipenses 4:7)
Al final de la carta a los Filipenses, encontramos una esta promesa que es una verdadera joya: la paz de Dios levantará una guardia sobre nuestros corazones y pensamientos. Cuando pensamos en la paz, es fácil que tengamos muchas imágenes en la mente que igual no tienen nada que ver con el concepto bíblico. Pero el contexto de esta promesa nos ayuda a tener un concepto correcto de la paz. Justo en el versículo anterior, Pablo habla de la condición opuesta a la paz bíblica. Habla de estar “afanosos”. Cuando estamos agobiados y preocupados, está claro que la paz de Dios no está reinando en nuestra vida. Es como el relato en los evangelios cuando Jesús calmó la tempestad con las palabras, sea la paz. La paz de Dios es la calma en el alma de la persona que confía en Dios. Pero otro aspecto importante del contexto de esta promesa que fácilmente podemos perder de vista es que esta promesa forma parte de una condición. El versículo anterior nos insta a orar cuando estamos en situaciones que nos están empujando hacia la ansiedad. Es cuando aprendemos a orar en toda situación de la vida que empieza la paz de Dios a guardar nuestra forma de pensar.
¿Tienes alguna situación en tu vida que te está llevando a estar afanoso o preocupado? Deja que esa situación te impulse a la oración. Sigamos orando hasta que la paz de Dios esté guardando nuestros pensamientos en Cristo Jesús. (David Bell)