«Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder,» (2 Tesalonicenses 1:11)
La oración del apóstol Pablo para estos creyentes es interesante. Su petición habitual era que Dios cumpliera todo propósito de bondad. A primera vista, no nos extraña que hable de propósitos de bondad en referencia a Dios, pero desde Edén, la táctica de Satanás ha sido sembrar dudas sobre la bondad de Dios. La serpiente le dijo a Eva que Dios no le había permitido comer del árbol del conocimiento del bien y del mal porque no quería que ella llegara a ser como Él. Pero tal como lo expresa Pablo aquí, todos los propósitos de Dios son de bondad. Dios jamás ha tenido un propósito para sus hijos que no fuera de bondad. Por lo tanto, Pablo seguía orando que Dios cumpliera sus propósitos en ellos por medio de su poder. Este versículo me recuerda que Dios está detrás de todo lo bueno que hay en la vida del creyente. Todo propósito de bondad que podríamos tener y toda obra de fe que se encuentra en la vida del creyente proviene del poder de Dios que opera en nosotros.
Oremos también hoy de esta misma manera, pidiendo que Dios cumpla en nosotros todos sus propósitos de bondad, para Dios sea glorificado en nuestras vidas. (David Bell)