«Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.» (Lucas 12:15)
En Lucas 12 leemos de un hombre que vino pidiendo que que Jesús obligara a su hermano a repartir la herencia con él. Jesús veía la avaricia del corazón de este hombre y aprovechó la situación para advertirnos del peligro del materialismo. El materialista ignora todo lo que no puede ver o tocar y por lo tanto, lo material controla su vida. La solución, sin embargo, no se encuentra en el otro extremo. Cristo jamás nos animó a ignorar todo lo material para dedicarnos exclusivamente a lo espiritual. Cristo, en cambio, nos recuerda que la vida consiste en mucho más que lo material. ¿De qué le sirve a la persona que ignora a Dios acumular riquezas en este mundo, si después le toca morir, y nada de lo que habrá acumulado aquí le servirá cuando tiene que dar cuentas ante Dios. El materialista puede intentar ignorar a Dios en esta vida, pero su convicción, por muy segura que sea, no cambia la realidad de que Dios existe. Cristo no ignora la importancia de lo material en esta vida. Más bien ponía lo material en su debido lugar. Sólo cuando tenemos un concepto claro de lo espiritual estaremos en la posición de poder comprender el papel correcto de lo material.
Que Dios nos llene de sabiduría y equilibrio hoy para invertir en lo que realmente vale la pena. (David Bell)