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«El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.» (Proverbios 13:3)

Qué fácil es abrir la boca y hablar sin pensar. Seguro que todos lo hemos hecho. Hemos tenido la experiencia de haber dicho algo tonto, algo que desearíamos borrar de la memoria de todos. Por eso el sabio nos advierta de guardar la boca, ya que será en beneficio del alma. Al final si no guardamos la boca, el resultado será calamidad o ruina. Pero ¿cuál es la mejor forma de guardar la boca? La solución no es simplemente callarnos. Pongamos como ejemplo el tema de la comida. Si abusamos de la comida nos engordamos, pero la solución no es dejar de comer. La clave es aprender a usar la comida adecuadamente. Es igual con nuestra boca. Después de todo, Dios nos ha dado la boca para usarla, así que debemos aprender a usarla correctamente. Encontramos la instrucción específica en Efesios 4:29 «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.» Debemos guardar nuestra boca de las palabras corrompidas que tan fácilmente salen de ella y buscar usar nuestra boca para la necesaria edificación. Estamos rodeados de personas que necesitan ser edificadas, necesitan que les comuniquemos la gracia de Dios con nuestras palabras.

Busquemos guardar nuestras palabras hoy para usarlas en lo positivo, edificando así que los que nos rodean. (David Bell)