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«Aquella misma noche se le fue el sueño al rey, y dijo que le trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que las leyeran en su presencia.» (Ester 6:1)

Si conoces la historia de Ester, este versículo es una de las claves en el libro. Hasta este punto en la historia, el malvado plan de Amán estaba saliendo a la perfección. Mardoqueo y Ester al final hicieron lo único que podían hacer: ayunar tres días. Aunque el texto no lo mencione específicamente, se entiende que este ayuno iba acompañado con la oración al Dios Todopoderoso. Y Dios empezó a obrar esa misma noche, pero no de la manera que ellos igual habían imaginado. Esa noche Dios quitó el sueño al rey, el cual hizo que se le leyera del libro exacto en que se relataba el acto leal de Mardoqueo, un acto que jamás se había recompensado. Ese acto aparentemente insignificante fue el comienzo del final de Amán. Estoy seguro de que Mardoqueo y Ester se estaban preguntando por qué no había Dios todavía obrado, por qué estaba permitiendo que Amán saliera con sus planes. Pero luego vieron que Dios obró justo en el momento preciso y de manera contundente. Esta lección es una de las más difíciles para el cristiano. Nos cuesta esperar y seguir confiando cuando no vemos nada. Pero la historia de Ester nos anima a seguir confiar incluso en la situación más negra que podemos imaginar para que DIos obre para su gloria.

Que Dios nos ayude a seguir confiando en Él hoy para poder ver su mano obrar. (David Bell)