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«¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?»(Hebreos 1:14)

Este versículo forma parte del argumento principal de la primera parte de la epístola a los Hebreos. El apóstol establece la superioridad de Cristo. En el contexto inmediato es la comparación entre Cristo y un ser angelical. El argumento establece que Cristo es superior a cualquier ángel y el punto principal del argumento se basa en el propósito de cada uno. Dios ha dispuesto a los ángeles como espíritus ministradores que Dios envía a favor de sus hijos, los herederos de la salvación. En el libro de Daniel, Dios corre la cortina y nos permite un vistazo de este mundo espíritual. Vemos a Miguel, el príncipe de las huestes celestiales, enviado a servir a Daniel. Pero volviendo al argumento, Cristo, en contraste con los ángeles, no es nuestro siervo. Él no existe para nosotros. Más bien, nosotros existimos para Él. Su razón de ser no es nuestro bien; más bien somos nosotros los que hemos sido salvados para servir. No obstante, el gran misterio del evangelio es que nuestro Salvador se despojó a sí mismo y tomó la forma de un siervo para salvarnos.

Es fácil olvidar quien es nuestro Salvador y volvernos orgullosos, como si fuésemos el centro del universo. Pero necesitamos volver a ponernos en nuestro lugar. Como decía Juan, debemos recordar que es necesario que Él crezca y yo mengüe. (David Bell)