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«Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.» (1 Crónicas 28:9)

Estas palabras de consejo que dio David a su hijo Salomón nos llegan a nosotros como patrón para la vida espiritual. Todo empieza con conocer a Dios ––aunque aquí se traduce como reconocer, el significado del hebreo es conocer. No es suficiente saber información del Dios de otros; tenemos que conocerle y tener una relación personal con Él para que sea nuestro Dios. Esto es posible solo por medio de la fe en la obra redentora del Mesías. Y si le conocemos, entonces debemos servirle. Este servicio se ve en una entrega total, un corazón perfecto, y también una disposición total, que aquí vemos en la frase «ánimo voluntario». La persona que llega a conocer a Dios de verdad lo servirá. El versículo termina con una promesa: Si tú le buscares, lo hallarás. No hay nadie que haya buscado conocer a Dios sin éxito.

Es fácil decir que conocemos a Dios pero este conocimiento debe ser evidente en una vida de servicio a Dios. Nuestra disposición de servicio a Dios es la demostración de nuestro conocimiento a Dios. (David Bell)