«Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.» (Santiago 1:25)
Es demasiado fácil abrir la Biblia y leer como hábito, pero realmente no hay beneficio espiritual en este tipo de lectura. La Biblia no es un libro mágico que trae una bendición sólo por pronunciar sus palabras. Por eso Santiago aquí lo compara con una persona que mira en un espejo sin ningún pensamiento de arreglarse. ¿De qué te sirve tener un gran espejo si realmente jamás tomas el tiempo para mirarte de verdad. Puedes tener un espejo perfecto con la mejor iluminación, pero si no tomas el tiempo de usarlo, es como si no lo tuvieras. En cambio, Santiago nos habla de una bienaventuranza para la persona que lee atentamente y persevera en vivir en la voluntad de Dios. Muchos dirían que desean esta bienaventuranza pero debemos preguntar si realmente estamos dispuestos a invertir el esfuerzo que requiere vivir así. Leer atentamente en la Palabra todos los días requiere un esfuerzo consciente y luego está el compromiso de poner en práctica todo lo que Dios nos ha mostrado.
Que Dios nos ayude hoy a no ser un oidor olvidadizo sino a leer atentamente y meditar en su Palabra para que andemos como es digno de Él. (David Bell)