"«He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; Y al occidente, y no lo percibiré;» (Job 23:8)
En medio de sus pruebas, Job se sentía que no encontraba a Dios. Aunque buscara desde el oreinte hasta el occidente, confiesa que no encontraría a Dios. Sus palabras revelan la frustración y la soledad que sentía. Seguramente en otros momentos de su vida había sentido la presencia de Dios con él. Había experimentado el consuelo y la paz de Dios, pero ahora en esta prueba, parecía que Dios le había abandonado. No obstante creo que es muy importante notar la última palabra del versículo. Job dice que no percibe a Dios. Esta palabra enfatiza como Job experimentaba su situación. Como sabemos desde el prólogo de la historia, Dios no había abandonado a Job. Más bien, el pobre Job no lograba experimentar la presencia de Dios con él en sus dificultades. Muchas veces nos encontramos en la misma situación que Job. En medio de las dificultades y las pruebas de la vida, no percibimos la presencia de Dios. El tentador intentará aprovechar nuestra limitada percepción para hacernos pensar que Dios, efectivamente, nos ha abandonado. Es importante que recordemos que no es así. Puede parecer que Dios nos haya abandonado, pero podemos estar confiados que no es así. Tal como nos ha prometido Dios en repetidas ocasiones, Jamás nos desamparará ni nos dejará (Hebreos 13:5). Esta es la realidad que debemos recordar cuando sentimos que no percibimos a Dios.
Sigamos fieles confiando en la seguridad de esta promesa, jamás nos dejará. (David Bell)