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«Ésta es la ciudad alegre que estaba confiada, la que decía en su corazón: Yo, y no más. ¡Cómo fue asolada, hecha guarida de fieras! Cualquiera que pasare junto a ella, se burlará y sacudirá su mano.» (‭‭Sofonías‬ ‭2:15‬)

El profeta Sofonías anunció un mensaje de juicio divino contra una ciudad alegre y confiada. Esta descripción suena bien: un sitio donde todos estaban contentos y viviendo confiados. Pero el problema era que habían rechazado a Dios y habían puesto toda su confianza en sí mismos. Cuando dice que decían «Yo, y no más», literalmente, hace un juego de palabras haciendo eco del nombre divino de Dios, Jehová. O sea, esta ciuadad alegre y confiada estaba declarando que no necesitaban a Dios. Creían que eran autosuficientes sin Él. Pero su juicio venía de camino. Una de las grandes tentaciones del ser humano es exactamente eso: pensar que realmente no necesitamos a Dios. Puede que creamos que somos capaces de solucionar nuestros problemas y superar nuestras deficiencias sin una ayuda de arriba. Pero toda la historia humana se levanta en testimonio en contra de nuestra autosuficiencia. La pura verdad es que necesitamos a Dios. Somos pecadores sin esperanza en nosotros mismos. Debemos vencer esta tentación reconociendo que ninguno es suficiente en sí. Todos tenemos necesidad de Dios en nuestro día a día.

Por eso hoy hemos de buscarle todos los días en la Palabra y en la oración. Como decía Cristo al tentador: no sólo de pan vivimos sino de cada palabra que salga de la boca de Dios (Mateo 4:4). (David Bell)