«Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma;» (Deuteronomio 10:12)
Aquí en su despedida al pueblo, Moisés resume la esencia de la ley de Dios en cuatro verbos: temer, andar, amar y servir. Dios espera de su pueblo (1) reverencia y respeto. En vez de tomar un lugar inferior en nuestra vida, Dios merece ser temido y honrado como el centro de nuestra vida. (2) Dios también merece nuestra obediencia. El verdadero respeto debe llevarnos a andar en sus caminos. Después de todo, el que dice que ama y respeta a Dios pero no obedece, miente. (3) Dios también quiere nuestro amor. Desde el primer día de la creación, Dios ha estado interesado en tener el corazón de su pueblo. Amar es la esencia de la ley, como vemos en el gran mandamiento. (4) Finalmente, Dios nos ha llamado a servirle. Hay una relación muy interesante entre estas cuatro frases. Hay dos actitudes o disposiciones de la mente (temer y amar) que llevan a dos acciones (obedecer y servir). Dios quiere nuestra mente para que tenga también nuestra vida.
Si no estamos obedeciendo y sirviendo, entonces hay un fallo en nuestra reverencia y nuestro amor. (David Bell)