«Y los hijos de Israel respondieron a Jehová: Hemos pecado; haz tú con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libres en este día.» (Jueces 10:15)
En el libro de los jueces, encontramos un patrón repetido: el pueblo de Israel se acomoda y abandona a Dios y al final caen en mano de sus enemigos, pero cuando se humillan y claman a Dios, Dios envía a un juez para liberarles. Este versículo narra ese momento justo cuando el pueblo clamó a Dios en su aflicción. No obstante, la primera contestación de Dios era señalar la rebeldía del pueblo. Ellos le habían abandonado para servir a otros dioses. Incluso les mandó a que clamaran a sus dioses que habían servido para que les librasen ellos. Pero el pueblo reconoció su pecado ante Dios, dándose cuenta de que habían pecado contra Dios y que Él tenía derecho de hacer con ellos como quisiera. Pero hay algo preocupante de su oración. Es bonito que reconozcan su pecado e incluso que se entreguen a Dios reconociendo que puede hacer con ellos lo que bien le pareciera, pero a continuación dicen básicamente ""pero líbranos ahora”. Se someten a Dios, pero quieren que Dios actúe inmediatamente. Me llama la atención que esta oración es muy diferente de la oración de Cristo en Getsemaní. Él pide primero que pasara de Él la copa amarga de la cruz si pudiese ser, pero continúa aclarando que no pide su propia voluntad sino la del Padre.
Es fundamental que aprendamos a orar como Cristo en vez de demandar que Dios actúe “este día”. La mejor petición que podemos hacer es que Dios haga lo que “bien le parezca” a su tiempo. (David Bell)