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«Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.» (‭‭1 Samuel‬ ‭17:28‬)

Las palabras del hermano mayor de David son crueles e injustas. Le insulta y mal juzga sus intenciones. Supone que David ha abandonado sus responsabilidades en casa sencillamente para ver la acción del campo de batalla. Ignora por completo que su padre había enviado a David con alimentos para sus hermanos. Pero también noto que en ningún momento contempla lo que verdaderamente parece motivar a David: el honor del nombre de Dios. Todos hemos estado en una situación así y lo más natural es explotar con una defensa y un contraataque. Pero David en esta historia no explota; más bien quita la tensión de la situación con la observación de que era solo una pregunta. Pero el verdadero secreto de David aparece en los salmos. David tiene una fe implícita que no está solo. Dios está con él y podía confiar en Dios para defenderle. Obviamente David no era perfecto y tuvo sus tentaciones y no siempre las superaba. Pero también vemos muchas ocasiones cuando mantiene la calma y se pone en las manos de Dios para evitar una reacción carnal.

Cuidemos de no juzgar a otros injustamente y cuando nos juzguen a nosotros busquemos confiar en Dios y mantener una calma que manifiesta en quien estamos confiados. (David Bell)