«En verdad que me he comportado y he acallado mi alma Como un niño destetado de su madre; Como un niño destetado está mi alma.» (Salmo 131:2)
Este versículo es digno de meditación. El salmista describe su alma como quieta, reposada (lit. “verdaderamente he tranquilizado y acallado mi alma”). Podemos deducir que habla de un contexto que naturalmente le provocaría preocupación y miedo, pero su reacción ha sido buscar a Dios y confiar. Luego lo ilustra con una imagen muy interesante. Nos habla de un niño destetado al lado de su madre (en la traducción simplemente dice “de su madre” pero la idea es que el niño está al lado de su madre). En la primera etapa de la vida un niño recibe su alimento de su madre pero aquí el salmista especifica que esta etapa ya ha pasado y este niño no se acerca a su madre para recibir alimento sino en confianza bajo su abrazo. No es el bebé llorando porque tiene hambre sino un niño esperando pacientemente para que su madre le prepare comida. Es una imagen preciosa de amor puro, consuelo y confianza. El salmista habla de su relación con Dios. Nos es fácil acercarnos a Dios impacientes para recibir de Él. Muchas veces venimos cuando tenemos problemas y esperamos que Dios solucione todo, ya. Pero aquí el salmista describe una actitud más madura. Ve a sí mismo como un hijo tranquilo en comunión con su Dios. Y así nos anima de vivir “desde ahora y para siempre”.
Acerquémonos a Dios hoy para gozar de su comunión y confiar en Él. (David Bell)