«No se deleita en la fuerza del caballo, Ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace Jehová en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia.» (Salmo 147:10-11)
Quiero empezar meditando en la segunda parte de este texto. Habla de un concepto fundamental de la Biblia: el temor de Dios. Lo que me llama la atención de este texto es que nos comunica una idea muy práctica de lo que significa vivir en ese temor a Jehová. Siguiendo el paralelismo de la poesía, vemos que el temor a Dios está vinculado con la actitud de esperar en la misericordia de Dios. O sea, temer a Dios es darnos cuenta de nuestra necesidad de Él para que vivamos conscientes y pendientes de Él. Lo opuesto del temor a Dios es un orgullo que nos llevaría a creer que de alguna manera somos autosuficientes y que Dios no nos hace falta. Ahora vuelvo a la primera parte del texto. Dios en su grandeza no está impresionado por la fuerza del caballo o la agilidad del hombre. Nosotros, en cambio, vamos a un espectáculo y vemos las cosas que pueden hacer las personas o los animales y nos fascina. Dios no es así. El circo no le impresiona. Lo que sí que le agrada es ver a una persona que reconoce su propia debilidad y necesidad de Dios y por lo tanto que vive en humilde confianza en Dios.
Hoy tenemos la oportunidad una vez más de agradar a Dios con nuestras vidas viviendo conscientes y pendientes de Él en todo lo que hacemos. (David Bell)