«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.» (Mateo 16:24)
Jesús dijo estas palabras justo después de anunciar a los discípulos que iba a ir a Jerusalén, sufrir en la cruz, morir y después resucitar. Cuando Jesus hablaba de negarse y tomar la cruz no estaba imponiendo algo en sus seguidores que Él mismo no estaba haciendo en su propia vida. Su disposición a sufrir y a morir para redimir a pecadores demuestra que Jesús hablaba en serio cuando enseñaba a sus discípulos sobre la necesidad de negarse a sí mismos. Jesús es el ejemplo perfecto de lo que significa hacer esto. Nunca lo vemos reclamando sus derechos o viviendo para sí mismo. Pero de alguna manera nos cuesta aplicar esto a nosotros mismos. No obstante, si queremos ser sus discípulos, es precisamente lo que tenemos que hacer. Jesús nos llama a una vida redimida del pecado que está orientada de una manera radicalmente diferente de las pasiones naturales de nuestra carne. Por encima de todo, negarnos a nosotros mismos es amar a Dios con todo nuestro ser y luego a nuestros prójimos como a nosotros mismos.
Nos conviene recordar que negarnos a nosotros mismos es algo que debemos hacer diariamente (Lucas 9:23). Así que la pregunta clave es ¿cómo nos vamos a negar a nosotros mismos hoy para enfocar en Dios y en otros? (David Bell)