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«Pero en aquello a que hemos llegado, sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa.» (Filipenses 3:16)

En esta carta Pablo ha hablado ya varias veces del tema de la madurez espiritual: empezó así: “estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo"" (1:6). Incluso en el versículo anterior al que consideramos arriba, vuelve a hablar de la perfección o madurez. Según Pablo, esa madurez espiritual nos llega en lo que hemos llegado, o sea, todas aquellas cosas que Dios nos ha permitido comprender de Él y de su voluntad para nosotros; las hemos de obedecer o seguir esa misma regla. La imagen aquí es de las tropas de soldados andando todos en líneas perfectas. Es el mapa para la madurez espiritual: conforme crecemos en conocimientos, vamos poniéndolos en práctica y así crecemos espiritualmente. Pero para que funcione este crecimiento, hay un requisito básico: tiene que haber una entrada constante de conocimientos. Si no estamos ""llegando"" a nuevos conocimientos, no los podemos poner en práctica y no habrá crecimiento. Más bien, habrá lo opuesto del crecimiento, la atrofia.

Sigamos buscando al Señor por la Palabra diariamente, meditando en ella y orando sin cesar para que nos siga enseñando de sí mismo y cuando vamos obedeciendo su voluntad, creceremos en Él. (David Bell)