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«Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?» (Hechos 11:17)

Estas son las palabras del apóstol Pedro cuando relató la historia de su visita a Cornelio para compartir con los gentiles el mensaje del evangelio. La frase que Pedro usa aquí me llama la atención: “quien era yo que pudiese estorbar a Dios”. La verdad es que realmente nadie podría estorbar a Dios. O sea, no existe ninguna acción humana que pueda fastidiar o cambiar la voluntad de Dios. No obstante, en la práctica, muchas veces nos podemos encontrar resistiendo o desobedeciendo a Dios. Incluso en esta historia vemos que Pedro rehusó obedecer el mandamiento de Dios en tres ocasiones, en la visión sobre la comida. Pedro, igual sin darse cuenta, estaba “estorbando a Dios” porque estaba resistiendo su voluntad. Dios lo quería usar para llevar el evangelio a Cornelio y a toda su casa, pero Pedro al principio decía que no. Temo que nosotros también, a veces sin darnos cuenta y otras veces conscientemente, podemos oponernos a la voluntad de Dios. Pero ¿quiénes somos nosotros para estorbar a Dios? Dios cumplirá su voluntad con o sin nosotros, pero es nuestro privilegio obedecerle y ser usados por Él.

¿Existe algún asunto en tu vida hoy en que estás resistiendo la volutnad de Dios? Te animo a preguntar a Dios en oración y dejar que conteste Él. Nuestra mete debe ser siempre obedecer a Dios para jamás nos encontremos estorbando a Dios! (David Bell)