«La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla justicia. La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no resbalarán.» (Salmo 37:30-31)
El salmista empieza este pensamiento con una descripción de la conversación de una persona justa. Cuando el justo habla, lo que sale de su boca es sabiduría y justicia. Muchas veces, nos ayuda a entender un concepto considerando el inverso. O sea, las palabras del justo no son ni sandeces ni mentiras. Por lo tanto, se puede fiar de todo lo que te dice el justo. Pero no debemos parar de leer allí, porque no es ninguna casualidad que sus palabras sean así. La siguiente frase desvela la razón por la cual las palabras del justo son sabiduría y justicia. Nos dice que el justo tiene la Ley de su Dios en su corazón. En otras palabras, el justo habla como habla porque ha llenado su mente de la Palabra de Dios. Si nosotros pasamos tiempo cada día leyendo y meditando en la sabiduría y la justicia que Dios ha revelado en su Palabra, se cambiarán las palabras que salen de nuestra boca. Cristo enseñaba que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45). ¿Cómo son nuestras palabras? ¿Cuántas de ellas son realmente sabiduría y justicia? Este salmo nos presenta con un reto. Si queremos tener palabras provechosas para los que nos rodean, debemos empaparnos de la Palabra de Dios.
Hoy debemos inundar nuestras mentes con la Palabra de Dios para que el Espíritu Santo transforme nuestros pensamientos y nuestras palabras. (David Bell)