«Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.» (Lucas 1:13)
La historia de Zacarías, el padre de Juan el Bautista, es fascinante. Él y su esposa eran ya mayores y Elisabet era estéril (1:7). Pero en este texto encontramos otro hecho importante: Zacarías había estado orando por un hijo. Ahora bien, este hecho en sí no es sorprendente; lo que sí llama la atención en este contexto es la incredulidad de Zacarías cuando el ángel le anuncia la contestación de su oración, de que van a tener un hijo, y no cualquier hijo sino el prometido profeta que preparará el camino delante del Mesías. Sencillamente, a Zacarías le costaba imaginar que podrían llegar a tener un hijo en esta etapa de su vida. Quizás había dejado de orar hacía años y lo tenía ya asumido que no iban a tener hijos. Pero Dios había escuchado sus oraciones y de acuerdo con su voluntad y en su perfecto tiempo, había llegado el momento para la contestación de esta oración. Zacarías nos recuerda del poder de la oración. No hay ninguna oración de un hijo de Dios que no llegue a los oídos de Dios. Pero lo mejor de todo es recnocer que incluso cuando flaqueamos en la fe y no logramos creer que Dios puede contestar nuestra petición, Dios es capaz todavía de obrar para llevar a cabo su volutnad.
Sigamos orando y creyendo porque Dios contestará según su voluntad en su tiempo. (David Bell)