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«El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado.» (Proverbios 10:9)

Según este proverbio, sólo hay dos formas de vivir. Podemos vivir en integridad —obedeciendo de corazón lo que Dios nos ha mandado hacer— o podemos intentar cortar esquinas, comprometer la verdad, o como se traduce aquí, pervertir nuestros caminos. El que escoge esta segunda forma de vivr tiene la libertad de tomar sus propias decisiones y escoger su propio destino, y por eso le parece el camino acertado. Pero Dios habla de las consecuencias que traen estos dos caminos. El resultado de vivir en integridad es confianza y seguridad. Saber que hemos dicho y hecho lo correcto nos da muchísima tranquilidad. Pero cuando uno vive de la otra manera, con pequeños engaños, intentando manipular a otros para su propio beneficio, jamás puede vivir con la misma tranquilidad. Al final será descubierto y no podrá evitar el quebrantamiento. El versículo siguiente desarrolla la condición de la persona que no anda rectamente: «El que guiña el ojo acarrea tristeza; Y el necio de labios será castigado” (10). Luego el siguiente versículo nos devuelve a la persona que camina rectamente: «Manantial de vida es la boca del justo;» (11a). Todos enfrentamos la tentación de andar con rodeos y manipular la verdad para nuestro beneficio, pero no merece la pena. Es el camino de los necios y el resultado final será tristeza y quebrantamiento.

Busquemos hoy caminar en integridad para que nuestras palabras sean un manantial de vida para los que nos rodean. (David Bell)