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«En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Asuero, fue echada Pur, esto es, la suerte, delante de Amán, suerte para cada día y cada mes del año; y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar.» (Ester 3:7)

En el libro de Ester, el personaje de Amán aparece repentinamente en el capítulo 3. Alguna amargura tendría hacia el pueblo judío por eventos pasados, pero cuando Mardoqueo, de todos los siervos del rey, no se arrodilló ante él, Amán decidió que la solución sería realizar un genocidio. La parte terrible de la historia es que el rey Asuero no puso ningún impedimento al plan malvado de Amán (3:10). Todo parece perdido para el pueblo judío. Pero es curioso notar un detalle: Amán obviamente era supersticioso y decidió echar suertes para ver el mes en que empezaría su exterminio. Era el primer mes del año y la suerte señaló el mes duodécimo; Amán tendría que esperar un año entero para llevar acabo su plan. Dios ordenó que la suerte señalara ese mes, dando el tiempo necesario para que el rey fuese recordado del servicio de Mardoqueo y que la reina Ester intercediera por su pueblo. El mensaje del libro de Ester es que el soberano Dios controla y ordena los tiempos para llevar a cabo su perfecta voluntad. Este mensaje es importante para nosotros. Vivimos en un mundo que está lleno de maquinaciones que amenazan a los hijos de Dios. Podemos descansar en la soberanía de nuestro Dios que gobierna a pesar de la maldad humana.

Sigamos confiando hoy en nuestro Dios y pidamos que “la paz de Dios gobierne en [nuestros] corazones” (Colosenses 3:15). (David Bell)