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«Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz.» (Salmo 36:9)

Este salmo es principalmente una petición de protección divina contra los malvados que amenazan al salmista (36:11). Pero sorprendentemente, la base de esta petición no se encuentra en la justicia o la inocencia del salmista sino en la gran misericordia de Dios. ¡Así lo repite hasta tres veces! (36:5, 7, 10). También llama la atención las varias imágenes poéticas que el salmista usa para describir esta protección. Es como estar debajo del ala (7), estar saciado de comida (8a) o beber de un río fresco (8b). Pero la última imagen poética que usa es quizás la más preciosa: sólo en la luz de Dios seremos capaces de ver la luz. Conocer a Dios (ver 36:10) es contemplar su luz o su gloria. Ver la luz de Dios abre nuestros ojos para contemplar de manera diferente todo lo demás que existe en este mundo. El evangelista Juan recoge este mismo pensamiento en su prólogo al evangelio: describe a Jesús como “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (1:9). Habrá muchas situaciones en esta vida que no podremos comprender, pero en todas ellas, podemos confiar en la misericordia de Dios hacia los que confían en Él. Su luz nos dará una perspectiva nueva sobre todo lo demás que experimentamos.

Sigamos buscando conocer mejor a nuestro Dios. La luz de su gloria vista en su gran misericordia hacia los suyos nos permitirá ver claramente para que seamos saciados completamente en su presencia. (David Bell)