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«Hazme oír por la mañana tu misericordia, Porque en ti he confiado; Hazme saber el camino por donde ande, Porque a ti he elevado mi alma.» (Salmo 143:8)

Este salmo de súplica empieza como otras oraciones en los salmos. David pide misericordia y protección de Dios. Pero lo que destaca de esta oración es la petición de dirección que encontramos al final de la oración. David pide que Dios le guíe en base de dos hechos. En primer lugar, David ha confiado en Dios y en segundo lugar, David ha elevado su alma a Dios —es un lenguaje del sacrificio que habla de entrega y dedicación. En base de su fe y su entrega, David pide que Dios le haga saber el camino por donde debe andar. En primer lugar, David pide que Dios le haga reconocer la voluntad de Dios en su vida. Dos versículos más tarde, David añade dos peticiones más: Enséñame a hacer tu voluntad … Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud (10). La progresión del pensamiento es importante: reconocer, enseñar y guiar. Hacemos bien en apropiar esta petición de David. Si hemos puesto nuestra fe en lo que Cristo ha hecho por nosotros en la cruz y nos hemos entregado a Dios para hacer su voluntad, necesitamos que Dios nos haga reconocer y que nos enseñe el camino correcto. Pero lo bonito es que Dios no nos deja con información solamente. Más bien Dios ha puesto su Espíritu en nosotros para guiarnos en hacer su voluntad.

Oremos hoy como oraba David para que Dios sea glorificado en nosotros. (David Bell)