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Secciones difíciles
¿Qué hacemos con los pasajes difíciles de la Biblia? Porque los hay, sobretodo cuando leemos secciones escritas a un pueblo que no es el nuestro, en tiempos que no son los nuestros. 
Hay mucha gente que se ha dedicado a encontrar porciones de la Biblia que pueden utilizar para desprestigiar a Dios y Su Palabra. Podríamos decir que si alguien va con mala intención, el Pentateuco, es decir, los primeros cinco libros de la Biblia, les daría ocasión de encontrar pasajes comprometedores. 
Pero ¿pueden estos pasajes ser usados contra Dios? Ellos creen que sí, y lo intentarán, porque estas personas no conocen a Dios ni tampoco quieren. 
¿Y qué de nosotras, las que creemos en Dios y queremos encontrar sentido a cada porción de la Biblia? Muchas veces al leer una sección difícil de entender, podemos parar en duda, para seguidamente confiar que Dios sabrá y pasarlo sin darle mucho pensamiento. Pero no es necesario hacer esto. Nuestra fe en Dios no tiene que ser una fe ciega, porque el Dios de la Biblia quiere ser conocido y entendido por cada uno de nosotros.
Somos afortunadas, porque Dios se ha mostrado en Su Palabra y sabemos que Dios no cambia. Cuando nos enfrentamos a una porción de la Palabra que no nos cuadra, podemos parar y pedir al Autor que abra los ojos de nuestro entendimiento. Es más, debemos hacerlo para no llegar a conclusiones erróneas. Lo que sabemos sobre Dios debe ayudarnos a entender lo que está ocurriendo en el texto. Así que en el episodio de hoy, quisiera mirar una sección difícil de forma sistemática, con los filtros de los atributos de Dios. 
En el capítulo cinco de Número encontramos una ley sobre cómo deben ser tratados los celos. Nos parece extraño que esto deba aparecer en las leyes del pueblo. Pero cuando leemos la sección, nos puede parecer injusto que esta ley contempla que el marido puede acusar a la mujer de infidelidad, pero no al contrario. Quizás te has preguntado esto durante tu lectura. ¿Qué está ocurriendo en el texto?
Muchos han acusado a Dios de favoritismo hacia el hombre, pero ya en Génesis argumentábamos que no es así. Como leemos en Génesis 1:27: “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” Y leemos en el Nuevo Testamento en Gálatas 3:28 “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús.”
Así que debemos partir de la verdad que Dios no hace acepción de personas. Vemos que en el antiguo y el nuevo testamento, Dios ha puesto mujeres en posiciones estratégicas, y el trato de Jesús con las mujeres en los evangelios es intachable. 
El texto en Números está haciendo algo realmente novedoso en medio de pueblos que infravaloraban a la mujer. Recordemos que Dios había llamado a Abraham de los Caldeos, y aunque los egipcios parece que daban un papel complementario a las mujeres, vemos que el ser humano ha luchado con la idea de tener un trato adecuado con las mujeres. Nuestro Señor es el que ha defendido a la mujer, viéndola como vasija valiosa que ha de ser amada así como Él ha amado a la humanidad. 
La ley de los celos protegía a la mujer de sufrir bajo el acoso de un marido celoso. La ley contemplaba que si un marido sospechaba que su mujer había sido infiel, debía traerla a al sacerdote, el cual cumpliría un rito en el que Dios mismo juzgaría a esta mujer. Ella venía voluntariamente y debía pronunciar su consentimiento a tal prueba. El procedimiento era tal que ninguna persona podía manipular la situación a su favor o en contra de la acusada. Varios comentaristas que he consultado estaban de acuerdo en que esto protegía a la mujer, dejando el juicio a Dios que no miente. Una mujer inocente no tenía que temer esta prueba. ¡No sería estupendo si otros procesos judiciales funcionaran así? No habría lugar para corrupción ni equivocación humana. 
¿Qué pasaba si la mujer era culpable?  En primer lugar, si era culpable, no querría someterse a tal prueba, ya que sometiéndose a la prueba, se expondría a una maldición que la haría padecer una enfermedad de los ovarios. Sí, ya sé que todo esto suena extraño, pero aguanta un poco, porque las conclusiones son edificantes. Si ella era culpable, el hombre que había cometido adulterio también recibiría castigo de muerte. La ley en Levítico 20:10 dice “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos.”
Ya, seguro que piensas que es un castigo extremadamente severo. ¿Y si consideramos una vez más la santidad de Dios? Recordemos que este era Su pueblo. Y les había dado los mandamientos. “No adulterarás” es uno de diez. Era una rebeldía directa contra Dios. Y recordemos que los diez mandamientos reflejan el carácter Santo de Dios. 
Dios da una importancia tremenda a la santidad moral, y permitir que su pueblo fornicara y adulterara no reflejaba su carácter Santo. 
Por lo tanto, aunque el proceso judicial debía comenzar con una acusación a la mujer, ambos culpables serían tratados de igual forma. 
Por el contrario, al ser probada inocente, el esposo de esta naturalmente sufriría humillación de haber pensado mal contra su propia esposa, aún si este no era tratado como culpable de acusación falsa ante la ley. 
Dios es soberano; “todo lo que quiso ha hecho, nos dice (Salmo 115:3). Yo no entenderé todo lo que Él hace, porque nos dice la Palabra en Isaías 55:8 que sus “pensamientos no son nuestros pensamientos, ni nuestros caminos sus caminos.” Dice Dios “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”
Así que al llegar a secciones que a mi parecer son problemáticas, debo ir al Señor para que me de una visión del texto desde lo que conozco de mi Dios. Puedo buscar ayuda en comentaristas que han estudiado estos textos, y finalmente puedo descansar en la verdad que algún día veré a mi Señor cara a cara, y todas mis dudas serán resueltas en un instante. Mi Dios, en ti confío.