París, Francia, es por defecto el epicentro de la moda, pero esa extraña combinación de elegancia y artificios no es más que una percepción efímera, llena de interrogantes y sufrimiento. Esas pasarelas y vitrinas de excéntricos lujos y abrigos de piel elevadamente costos, esas mismas prendas que dan estatus a las personas, ¿realmente valen el precio de esa etiqueta o cuestan sufrimiento y vidas animales?