No siempre la modernidad que llegó a las ciudades mexicanas, con el advenimiento del ferrocarril, logró transitar sin obstáculos.
Prueba de ello fue el intento de que en Saltillo, el primer hotel moderno de la cuidad, permaneciera abierto las 24 horas.
Y es que dependían de Mónico, el botones nocturno, que no temía salir en la noche por las calles del centro de Saltillo, debido a sus amuletos.
Hasta que se lo llevaron las brujas.