Allá por los Altos de Jalisco, el Señor Zurita habá amasado una fortuna considerable, producto de su hacienda y de su patrimonio familiar.
Ante la incertidumbre que provocaba la Guerra Cristera, optó por esconder su tesoro, apoyado por seis de sus trabajadores más discretos y leales.
Tan leales que pagaron con su vida la ayuda para esconder el tesoro.