Allá, a la entrada del pueblo de San Ignacio, en Sinaloa, luce un cerro con una pequeña capilla en lo alto.
Se dice que es señal del pacto maldito que hizo Don Bernardo Escobosa, con el mismísimo diablo, en aras de vivir en medio de la fortuna y la gloria.
Pero todo placer se acaba, y las deudas terminan por pagarse.