Ahora que me encuentro postrado en una cama de hospital, decido recuperar una de las leyendas más escalofriantes generada en los últimos tiempos, precisamente en un nosocomio michoacano.
Y se trata del alma en pena de una mujer que no soportó, por razones incógnitas, la portación de un órgano de un donante. Desde el octavo piso se gestó la tragedia.